La expansión imperialista del último tercio del siglo XIX se completó con la acción colonial europea en el continente asiático.
1. El imperio ruso.
La expansión del imperio ruso en Asia fue ante todo política. Rusia había ocupado Asia septentrional en el siglo XVII y se dirigió a mediados del siglo XIX hacia las fértiles tierras del Turkestan. A partir de 1880-1890, con la construcción del ferrocarril transiberiano hacia Vladivostok y del ramal transmanchuriano, la presencia rusa se extendió hacia Manchuria. Los avances rusos en el Turkestán profundizaron la hostilidad con Reino Unido.
Ambos países mantenían disputas sobre Persia y las tierras fronterizas de la India (Afganistán, Tibet).
Por otro lado, la penetración rusa en Manchuria originó el choque con Japón, que desembocó en la guerra ruso japonesa de 1904-1905, en la que Rusia fue derrotada.
2. El imperio británico.
La india constituyó el objeto preferente del colonialismo británico en Asia. Tanto es así que fue denominada la joya del imperio británico.
Desde el siglo XVIII la compañía británica de las Indias orientales fue ocupando gran parte del territorio, con el apoyo del gobierno británico. Para ello disponía de un ejército de soldados indios encuadrados en el ejército británico, los Cipayos. Pero en 1857-1858, los Cipayos ante el desprecio de los oficiales británicos por sus creencias religiosas, se sublevaron. La revuelta obligó al gobierno británico a reorganizar la administración colonial. La compañía fue suprimida y la india pasó a depender directamente de la corona y gobernaba a través de un virrey.
El recelo británico ante la expansión colonial francesa en Indochina impulsó la ocupación de Birmania, convertida en protectorado desde 1886, y de los sultanato del centro y sur de Malasia entre 1870 y 1885. Reino Unido también había establecido desde hacía tiempo colonias de poblamiento en Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), que se constituyeron en dominios en 1901 y 1907 respectivamente.
3. El imperio francés
La conquista francesa en Indochina se inició en 1858-1860 con la ocupación del delta del Mekong y la firma de un tratado con el rey de Annam que se dió a Francia las tres provincias orientales de Conchínchina. Francia deseaba controlar el delta del Mekong y del Song Koi o río Rojo para hallar una vía de penetración en el mercado chino. En 1887 se constituyó la unión general de Indochina (formada por Annam, Tonkin, Conchínchina y Camboya) a la que en 1893 incorporó Laos. En 1893 se acordó la neutralidad de Siam (actual Tailandia) como Estado independiente, aunque con algunos recortes en su soberanía.
Por último Países Bajos afirmó desde 1882 administración sobre las islas holandesas que es la actual Indonesia y parte oriental de Nueva Guinea y Alemania se anexionó Nueva Guinea oriental y las islas Marshall, Salomón, Carolinas y Marianas.
La presencia imperialista en China.
China fue el gran objetivo comercial de las potencias europeas y Estados Unidos, primero y de Japón, después. La rivalidad entre las potencias eran tan grande que China pudo conservar su independencia al menos en teoría. La previsión del gobierno chino a la entrada de opio indio que se intercambiaba por el té y la seda originó las llamadas guerras del opio entre 1839-1842 y 1856-1858. Tras esta guerra Reino Unido y Francia obligaron a los chinos a negociar una serie de tratados, cuyo resultado más importantes fueron:
- China cedió Hong Kong a Reino Unido.
- Se otorgaban ciertos derechos a los comerciantes extranjeros a los que permitían establecer colonias propias en una serie de ciudades, y controlar las aduanas.Entre estas ciudades estaba Shanghai y Cantón.
China se convirtió así en un mercado abierto para los productos europeos, lo que causó la ruina de los comerciantes autóctonos. Esta penetración a la fuerza de las potencias occidentales alteró el orden social y político del imperio y motivó el estallido de varias insurrecciones populares. Pero fue la década de 1880 la que marcó el comienzo del reparto del territorio chino en cinco zonas de influencia. El punto de partida fueron las derrotas ante Francia 1884-1885 y Japón 1894-1895, tras las cuales los emperadores cedieron el control a británicos, franceses, alemanes, estadounidenses y japoneses de una serie de puertos y áreas de
influencia para la explotación de ciertos recursos (minas y ferrocarriles). Ante la pasividad con la que Chinase doblegó a las exigencias extranjeras, surgieron movimientos ultranacionalista radicales, como la revuelta de los Bóxers en 1900-1901. Su derrota afianzó el sistema de concesiones pero también reforzó
a los sectores conservadores de la corte.
La situación siguió siendo inestable y en 1911 una revolución desembocó en la proclamación de la República, que puso fin a la dinastía Manchú pero la República tampoco trajo la estabilidad política deseada por las potencias beneficiarias del sistema de concesiones
Poco a poco otras potencias buscaron una intervención en China, que se abrió definitivamente después de su derrota frente a Japón en 1895; además de Gran Bretaña, Rusia, Alemania, Francia y Japón consiguieron bases comerciales y áreas de influencia.
Otros países Holanda, Estados Unidos, aunque en este caso los Estados Unidos se cuidaron mucho de no darle a su imperio una organización con apariencia de unidad territorial. Más bien construyeron un imperio económico colocando en su órbita política a todos aquellos países de Sudamérica y de otras zonas en los que tenían intereses económicos. Nace aquí el llamado imperialismo norteamericano.