Cruzadas
Primera cruzada
La cruzada en el Concilio de Clermont: LA LLAMADA DE URBANO II (1095)
¡Que vayan pues al combate contra los infieles —un combate que merece la pena emprender y que merece terminarse en una victoria— los que se dedicaban a las guerras privadas y abusivas en perjuicio de los fieles!
¡Que sean en adelante caballeros de Cristo los que no eran más que bandidos. Que luchen ahora en buena ley contra los bárbaros los que combatían contra sus hermanos y parientes!
Éstas son las recompensas eternas que van a conseguir los que se hacían mercenarios por un miserable salario: trabajarán por un doble honor aquellos que se fatigaban en detrimento de su cuerpo y de su alma. Estaban aquí tristes y pobres; estarán allá alegres y ricos. Aquí eran los enemigos del Señor; allá serán sus amigos.
(Foucher de Chartre s , Historia Hierosolymitana, recogido en P. R ichard, L'Esprit de la Croisade, París, Les Éditions du Cerf, 1969, p. 63.)
Órdenes militares
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